Hace como no sé cuántos miles de meses le dí a mi tapicero la mecedora de mi abuela (ver foto) para retapizarla. Después me colgué en comprar la tela, me colgué tanto que la madre del tapicero me usa la mecedora para tomar mate.
Lo siento, señora, la tengo en alta estima pero le voy a sacar el asiento porque me compré una telita. Amorosa y ridícula a más no poder, como yo. Observad:
Ya sé que mis lectores son bastante ratas, como yo, pero si alguna vez tienen el dinero y la inclinación, vayan a delevie de la calle Arenales a comprar telas y pregunten por Máximo, que es amigo de la casa y atiende requete bien.
Y agrego, en el rubro de las telas, por desgracia, las cosas valen lo que cuestan. Una tela que cuesta 10 pesos, vale 10 pesos. Una que te saca 100 del bolsillo, vale 100. Una desgracia muy desgraciada, sí. Hay otros rubros en la decoración que no es así, que lo que sale 100 pesos, vale 15... no con las telas. Para desgracia o virtud, en tapicería la calidad se paga. Con billetes.
Igual yo pago precios mayoristas, je.
La tela se llama Petite Orange, hasta el nombre me gusta!
Sábado feliz, nada me gusta más que decidir cosas... aunque mientras esperaba que me la cortaran, ya me había entrado la duda, hay demasiado para elegir, demasiado!