martes, 9 de octubre de 2012

RANCHERÍO

Y un día sucedió lo inevitable, el pibe corrió el biombo que tapaba la escalera, subió 14 escalones y se encontró feliz en el entrepiso. Que no tiene baranda porque los arquitectos somos así, complicados, no me juzguen.
Pasado el rescate y el susto, procedimos a cortar con los dientes unos mdf muy sucios sobrantes de obra y a clavarlos, cla-var-los, sobre la escalteca. Todo un poco, mucho, a lo bruto porque a veces la urgencia le gana a la elegancia.
Después lo decoré con un decoupage de gotas y olas. Y le puse cinta azul para disimular las uniones, que no se unen.
No me decido si es arte o una porquería inmunda o ambas cosas pero no importa, peor es un bebé en un entrepiso.

en proceso




malísimas fotos, mi sello de calidad


le falta una mano de cola a los papeles

sería un hermoso fondo para sacar fotos, SI ESTE COSO SE QUEDARA QUIETO UN MINUTO